Las grandes movilizaciones antifujimoristas por sectores capaces de ejercer ciudadanía han puesto a la orden el debate político de fondo en estas elecciones: o la continuidad del modelo económico y político que se instauró precisamente con el gobierno de Alberto Fujimori y que se mantuvo en los sucesivos gobiernos de Toledo, García y Humala-, o el cambio y derrota de este modelo.
Los poderes fácticos que defienden a muerte este orden neoliberal han evidenciado mantener muy vivas las prácticas fraudulentas fujimontesinistas (recientemente la indignante resolución del JNE que favorece a Keiko), y han evidenciado que van a desatar una guerra sucia aún más descarnada, fundamentalmente cuando sus alarmas anuncian que se viene el fantasma de la izquierda, la única opción de cambio por su histórica raigambre popular.
Pero, ¿está la izquierda actual -y la de Verónika Mendoza y el Frente Amplio en particular, por su posicionamiento electoral (sin desdeñar el arraigo de Gregorio Santos en Cajamarca y otros puntos del país)-, está la izquierda a la altura del reto? Hay que decir que es una izquierda que viene precedida de una lamentable e irresponsable desunión, que, de otra manera, sin duda, sus expectativas serían mayores. Una izquierda, además, de una gran debilidad ideológica, a diferencia de sus pares en Latinoamérica.
Unidad e ideología, tan necesarios ahora que los golpes nos despiertan a una realidad cada vez más dura. Si hoy, cuando apenas la candidatura de la izquierda asoma amenazante, se ha orquestado un ataque feroz, con patrañas desvergonzadas y cínicas, imaginemos en fases superiores o de gobierno. La ofensiva mediática, la presión económica, la acción de los grupos privilegiados y la de los enriquecidos en el río revuelto del neoliberalismo –con el violentismo de sus operadores políticos, el fujimontesinismo, el aprismo, la Iglesia de Cipriani-, además de la embajada de los EEUU, la campaña internacional, se vendrían en aluvión salvaje. ¿Acaso no es por contener una posible amenaza popular y de izquierda por lo que se produjo la concentración de los medios de comunicación? Comprenderá ahora la “izquierda moderna” porqué el presidente Rafael Correa tiene que lidiar con firmeza –haciendo todo el uso posible de la legalidad a su alcance- contra la letalidad de esa prensa privada que lo ataca sin descanso. Comprenderá ahora la firmeza del presidente Evo para expulsar a determinadas oeneges extranjeras que hacen campañas políticas, o al embajador de los EEUU, por esa misma violación a la soberanía de su país. Comprenderá ahora por qué la ex mandataria argentina Cristina Kirchner fue decidida amiga de Fidel, de Hugo Chávez, de los países progresistas y bolivarianos, precisamente para forjar la urgente unidad regional latinoamericana, sustento para los esfuerzos de transformación nacional contra la ofensiva global que es el neoliberalismo. Comprenderá ahora la “izquierda moderna” porqué Dilma Rousseff tiene que ser contundente en la solidaridad con el ex presidente Lula, pues detrás hay una campaña organizada del gran capital para volver al pasado neoliberal del Brasil. No actúan estos valiosos líderes ajustando a sus pueblos a la democracia formal y sesgada, sino, al contrario, reajustando la legalidad a las necesidades de sus pueblos, es decir, hacia una democracia popular o radical.
A pesar de todas estas limitaciones, no optaremos por el voto nulo o blanco porque, en la tendencia que se prevé, nos parece aún menos fecundo. Daremos nuestro respaldo a la candidatura de la izquierda que tenga más probabilidades -en este caso, como dijimos, por Verónika Mendoza- desde una postura activa y crítica, de unidad y lucha, porque terca y testarudamente apostamos por el fortalecimiento de la izquierda (a pesar de la grave inestabilidad electoral y política, o precisamente por ella). Y porque el movimiento social hoy, levantado por el hartazgo, el descontento, en actitud de resistencia y negación (anti fujimorista, anti podredumbre, antisistema) requiere con urgencia de un rumbo, de una meta, de una vanguardia, de una alternativa política.
(Nos solidarizamos con Gregorio Santos, preso por las instituciones corruptas del Estado, fundamentalmente debido a su lucha contra la gran minería junto al pueblo cajamarquino, y quien, a pesar de ser candidato presidencial, sigue confinado y sometido a una sesgada y extrema legalidad represiva).
Arturo Bolívar Barreto
25/03/2016
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