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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

jueves, 4 de julio de 2013

De recesiones y máscaras.

 Por Kike Chávez

En torno a la situación económica de la región Cajamarca, escuchamos posiciones encontradas: Jorge Vergara sostiene que nos encontramos en una profunda recesión y que además somos la única región en esta situación, mientras el resto del país crece sostenidamente. Que los ingresos de los artesanos, por ejemplo, que dependen en gran proporción del turismo, han disminuido sustancialmente: su  ingreso  ha pasado de entre 400 y 500 nuevos soles, a menos de 100 unidades monetarias diarias. Por otro lado, el presidente regional ha sostenido en alguna oportunidad que el turismo en Cajamarca ha aumentado sustancialmente durante el 2012 e inicios del 2013. Que la supuesta recesión económica de nuestra región no pasa de ser una cortina de humo para convencer a la población de que sin minería es imposible el crecimiento y el desarrollo económicos.


Mientras pienso en esta contradicción de posiciones, me trepo a un taxi con prisa. Mientras llego a mi destino, decido conversar con el taxista. ¿Cómo va la chamba?, le pregunto. El taxista me mira de reojo, para no distraerse, toca el claxon con fuerza, sonríe con cierta ironía e instantáneamente su voz se reviste de cierta amargura: “Ha bajado bastante”, me dice. “Antes había más carreras.  Ahora sale a las justas para pagar el alquiler y queda muy poco para la familia”, dice.

Cuando le pregunto sobre cuáles cree que sean las causas de dicha disminución, me responde con una afirmación que sorprende: “Queramos o no, Cajamarca vive de la mina. Y ahora, con eso de que Conga no va, la gente ya no gasta como antes”. “Usted está de acuerdo con Conga”, lo cuestiono. “No, hermano – me dice -. Ahí puede perjudicarse a los pobladores de la zona y tampoco es justo, pero otra cosa es la chamba”.

En realidad, la situación de Cajamarca no es la ideal. Es innegable que la no realización de determinados proyectos podría tener efectos en la economía. Pero también es innegable, que esta situación pone en evidencia la insostenibilidad del desarrollo de la región cuando se depende de una sola actividad económica y se abandona la inversión en otras actividades de carácter más sostenible. En todo caso, que sin minería Cajamarca caiga en recesión, es la prueba de que dicha actividad no es sostenible económicamente hablando.
Salta a la luz, entonces, la responsabilidad de las autoridades gubernamentales en este asunto. Si el presidente regional sostiene que ya no debe haber minería en la región, lo congruente sería que su gobierno hubiera tenido una política seria de fortalecimiento de otras actividades económicas más sostenibles. Pero lo cierto es que en los años que lleva de gobierno, no ha existido ni un proyecto de envergadura. Nada más que un discurso en favor del sector agropecuario que encuentra contradicción indiscutible en la distribución del presupuesto regional.

La situación económica que atraviesa la región, demuestra que la minería no es garantía de crecimiento y desarrollo económico sostenible y evidencia la necesidad de invertir los recursos en las actividades que son el real sustento de la mayoría de cajamarquinos.

La situación crítica en la economía de Cajamarca quita dos máscaras: la de quienes sostienen que la minería es la panacea; y la de quienes, oponiéndose a esta actividad, no tienen ni idea de una propuesta alternativa de desarrollo. Ya sin máscaras, los primeros no son más que defensores de algún interés empresarial; y en los segundos, queda claro que su compromiso con la población no es más que una postura mediática.

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