Elías Rojas Paredes
Cuando la izquierda se
planteo enfrentar la revocatoria, lo hizo desde la perspectiva que la derecha
bruta y achorada trataba de dar un golpe que demostrara la incapacidad de la
izquierda para gobernar. Con ello definió
la estrategia: la izquierda tiene derecho a gobernar y demostrar que si es
capaz de ejercer el poder, por tanto es una opción política legítima. Desde un
inicio se vio la táctica de la DBA como parte del proceso de exclusión,
macartismo e intolerancia que se impone a la sociedad.
Implícitamente se planteaba
la polarización izquierda – derecha, que traducía en decencia –
corrupción. Obviamente lo primero
reflejaba una polarización dura, excluyente e insostenible desde la izquierda. La segunda abría el espacio hacia sectores
que se ubicaban en la decencia. Ir más
allá de la izquierda, ampliar la participación, convocar a los sectores
democráticos y patrióticos. Pero ello
seguía siendo insuficiente. No alcanzaba
para enfrentar con éxito a la derecha.
En esas condiciones la conducción de Luis Favre volvió a reproducir la estrategia que aplico en la elección de Ollanta Humala: virar hacia la derecha. Con lo que volvió a demostrar que el discurso de la izquierda no sirve para los procesos electorales. Anclado en el discurso clasista de la década del 70 que solo sirve –ya no tanto- para la agitación. Discurso que tiene grandes falencias y limitaciones, que no convoca y no organiza, que muere en la retorica oposicionista. Se repite la tragedia o ¿farsa? Nuevamente la izquierda termina siendo excluida. Con el agravante que su discurso no sirve, sus cuadros políticos no convocan más bien generan rechazo. Lo mejor, entonces, es esconderlos.
La receta que aplico Favre en la elección presidencial
mediante la derechización del candidato, el cambio del discurso y la asunción programática de los intereses de
la derecha. En la revocatoria significo
la desaparición del discurso de izquierda, el ocultamiento de sus cuadros -cuya
labor se reduce a aceitar la maquinaria electoral-, y la asunción de la
conducción, imagen y voceros de representantes
de la derecha. Con ello se liquido la
propuesta de defender el derecho de la izquierda a gobernar para ser remplazado
por la hegemonía de la derecha mediante un discurso ligero y farandulero.
Dado los resultados
electorales de la elección presidencial y la revocatoria, se puede concluir que
la reaccionarización de la sociedad es cada vez más fuerte. La hegemonía neoliberal se va afirmando. Avanza indeteniblemente hacia la constitución
de un sólido sentido común, a la práctica cotidiana y ser norma de vida.
La actitud pragmática de
abandonar el escenario por parte de la izquierda es la reproducción de la
derrota ideológica. Aceptar ello marco
de manera definitiva su exclusión y con ello volvió a sentar las bases de su
derrota. No se trata solo de ganar a como dé lugar, se trata de ganar afirmando
un espacio de izquierda en una Lima cada vez más reaccionaria, se trata de establecer una plataforma desde
donde lanzar la propuesta de izquierda.
De allí de insistir en el derecho a existir, en el derecho a hacer
política, en el derecho a gobernar.
La estrategia de Favre, en términos
electorales, es excluir a la izquierda y
favorecer a la derecha. Con ello afirmo un escenario mediante el cual el único camino
será siempre el compromiso con el sistema, lo antisistémico está condenado al
fracaso. Por ello es coherente en fortalecer la derecha, abrir el camino para su
reposicionamiento y fomentar una izquierda que la derecha necesita.
El proceso de revocatoria ha
colocado a la derecha como protagonista del escenario político. Como es obvio la estrategia de Favre de
ocultar a los “apestados” de izquierda durante el proceso ha tenido como
corolario la polarización entre una derecha decente, liberal y defensora de la
institucionalidad y la derecha corrupta, neoliberal y golpista. Con ello han logrado una victoria muy
importante. Se ha presentado en
sociedad, por todo lo alto, a una derecha que tiene preocupaciones sociales, que
no es corrupta y sobre todo renovadora de la política. La derecha es ahora decente y única alternativa.
Como sabemos la derecha en
términos ideológicos y programáticos es una sola. Esta campaña de revocatoria a separado a una
derecha que es corrupta, neoliberal y golpista.
Pero esta es solo una separación en la política, en la medida que comparten
las mismas fuentes programáticas: los intereses de los poderes facticos. Tal es así que el IPE (instituto Peruano de
Economía), MACROCONSULT, Instituto del Perú y tantas consultoras empresariales,
seguirán siendo la cantera de tecnócratas que se distribuirán con los distintos
caciques de turno. Con un solo
pensamiento y un solo recetario. Sin embargo
esta separación en la política establece otra percepción ciudadana: ahora hay
buenos y malos en la derecha. Con lo que
abre la puerta hacia un encuentro responsable por el país, donde la lucha de
clases desaparece y lo único que interesa es el consenso de las fuerzas “discrepantes”
que se unen para el progreso.
Para ello requieren urgentemente
una “izquierda moderna”, que defienda la inversión privada como única vía para
el progreso. Que marque diferencias y
distancias con los antimineros y que su compromiso con el sistema sea un acto
de fe. El haber convertido a la derecha
neoliberal en liberal es la ruta para el encuentro con esta “izquierda moderna”
que ha dejado el marxismo, que su compromiso ahora es cristiano y que la
justicia social es fruto del mercado. Por
ello son seguidores de Norberto Bobbio. El
resultado electoral de la revocatoria ha dejado en el escenario a la
representante de esa “izquierda moderna”: Susana Villarán. Nuevamente la izquierda ha puesto su sangre
para proyectos distintos. Ello es el
resultado del abandono del escenario político.
Es probable que la izquierda
haya ganado en organización. El haber
formado comités por el NO, la Confluencia y otros encuentros organizativos serán
la cosecha. El problema se presenta que
tales organismos sin un liderazgo fuerte terminan desactivándose rápidamente. Entonces lo importante es el liderazgo. En ese plano no existe la consolidación de
figuras de izquierda que renueven los envejecidos y arrugados rostros, salvo
Maritza Glave. Lo cual en una campaña
para defender el derecho de la izquierda a existir ha terminado no existiendo. Un segundo aspecto son los liderazgos
locales, en los distritos, donde muchos han apostado decididamente a una
candidatura. Si no han aprovechado esta
campaña para posicionarse como figuras y dar continuidad a la organización
existente, será mejor que guarden el terno que se han comprado y no expongan
mucho su 4 x 4.
Finalmente, se abre dos
escenarios para el 2014: la izquierda va sola con la confluencia y otras
fuerzas o marcha detrás de Susana en un bloque “liberal-izquierda moderna”. Como van las cosas es probable que el primer
camino sea desechado, el RealPolitik obligara a justificar su incursión en el
segundo camino.
Como se puede ver la
izquierda no tiene nada que celebrar. Nuevamente
la dirigencia de la izquierda ha vuelto a fracasar o eligieron el camino de
Favre conscientemente y no lo quieren
decir por estrategia, en la medida que la derrota ideológica, ya no lo es: es
decir, ya están en el otro lado. De allí
la estrategia.
Sur del Perú, marzo 19 del
2013
Fuente: enviado por A. C.
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