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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

miércoles, 20 de marzo de 2013

REVOCATORIA: ¿QUÉ CELEBRA LA IZQUIERDA?

Elías Rojas Paredes
Cuando la izquierda se planteo enfrentar la revocatoria, lo hizo desde la perspectiva que la derecha bruta y achorada trataba de dar un golpe que demostrara la incapacidad de la izquierda para gobernar.  Con ello definió la estrategia: la izquierda tiene derecho a gobernar y demostrar que si es capaz de ejercer el poder, por tanto es una opción política legítima. Desde un inicio se vio la táctica de la DBA como parte del proceso de exclusión, macartismo e intolerancia que se impone a la sociedad.   
Implícitamente se planteaba la polarización izquierda – derecha, que traducía en decencia – corrupción.  Obviamente lo primero reflejaba una polarización dura, excluyente e insostenible desde la izquierda.  La segunda abría el espacio hacia sectores que se ubicaban en la decencia.  Ir más allá de la izquierda, ampliar la participación, convocar a los sectores democráticos y patrióticos.  Pero ello seguía siendo insuficiente.  No alcanzaba para enfrentar con éxito a la derecha.

En esas condiciones la conducción de Luis Favre volvió a reproducir la estrategia que aplico en la elección de Ollanta Humala: virar hacia la derecha.  Con lo que volvió a demostrar que el discurso de la izquierda no sirve para los procesos electorales.  Anclado en el discurso clasista de la década del 70 que solo sirve –ya no tanto- para la agitación.  Discurso que tiene grandes falencias y limitaciones, que no convoca y no organiza, que muere en la retorica oposicionista.   Se repite la tragedia o ¿farsa? Nuevamente la izquierda termina siendo excluida.  Con el agravante que su discurso no sirve, sus cuadros políticos no convocan más bien generan rechazo. Lo mejor, entonces, es esconderlos.
La receta que  aplico Favre en la elección presidencial mediante la derechización del candidato, el cambio del discurso y  la asunción programática de los intereses de la derecha.  En la revocatoria significo la desaparición del discurso de izquierda, el ocultamiento de sus cuadros -cuya labor se reduce a aceitar la maquinaria electoral-, y la asunción de la conducción, imagen y voceros  de representantes de la derecha.  Con ello se liquido la propuesta de defender el derecho de la izquierda a gobernar para ser remplazado por la hegemonía de la derecha mediante un discurso ligero y farandulero.   
Dado los resultados electorales de la elección presidencial y la revocatoria, se puede concluir que la reaccionarización de la sociedad es cada vez más fuerte.   La hegemonía neoliberal se va afirmando.  Avanza indeteniblemente hacia la constitución de un sólido sentido común, a la práctica cotidiana y ser norma de vida.   
La actitud pragmática de abandonar el escenario por parte de la izquierda es la reproducción de la derrota ideológica.  Aceptar ello marco de manera definitiva su exclusión y con ello volvió a sentar las bases de su derrota. No se trata solo de ganar a como dé lugar, se trata de ganar afirmando un espacio de izquierda en una Lima cada vez más reaccionaria,  se trata de establecer una plataforma desde donde lanzar la propuesta de izquierda.  De allí de insistir en el derecho a existir, en el derecho a hacer política, en el derecho a gobernar.
La estrategia de Favre, en términos electorales,  es excluir a la izquierda y favorecer a la derecha. Con ello afirmo un escenario mediante el cual el único camino será siempre el compromiso con el sistema, lo antisistémico está condenado al fracaso. Por ello es coherente en fortalecer  la derecha, abrir el camino para su reposicionamiento y fomentar una izquierda que la derecha necesita.    
El proceso de revocatoria ha colocado a la derecha como protagonista del escenario político.  Como es obvio la estrategia de Favre de ocultar a los “apestados” de izquierda durante el proceso ha tenido como corolario la polarización entre una derecha decente, liberal y defensora de la institucionalidad y la derecha corrupta, neoliberal y golpista.  Con ello han logrado una victoria muy importante.  Se ha presentado en sociedad, por todo lo alto, a una derecha que tiene preocupaciones sociales, que no es corrupta y sobre todo renovadora de la política.  La derecha es ahora decente y única alternativa.    
Como sabemos la derecha en términos ideológicos y programáticos es una sola.  Esta campaña de revocatoria a separado a una derecha que es corrupta, neoliberal y golpista.  Pero esta es solo una separación en la política, en la medida que comparten las mismas fuentes programáticas: los intereses de los poderes facticos.  Tal es así que el IPE (instituto Peruano de Economía), MACROCONSULT, Instituto del Perú y tantas consultoras empresariales, seguirán siendo la cantera de tecnócratas que se distribuirán con los distintos caciques de turno.  Con un solo pensamiento y un solo recetario.  Sin embargo esta separación en la política establece otra percepción ciudadana: ahora hay buenos y malos en la derecha.  Con lo que abre la puerta hacia un encuentro responsable por el país, donde la lucha de clases desaparece y lo único que interesa es el consenso de las fuerzas “discrepantes” que se unen para el progreso.
Para ello requieren urgentemente una “izquierda moderna”, que defienda la inversión privada como única vía para el progreso.  Que marque diferencias y distancias con los antimineros y que su compromiso con el sistema sea un acto de fe.  El haber convertido a la derecha neoliberal en liberal es la ruta para el encuentro con esta “izquierda moderna” que ha dejado el marxismo, que su compromiso ahora es cristiano y que la justicia social es fruto del mercado.  Por ello son seguidores de Norberto Bobbio.  El resultado electoral de la revocatoria ha dejado en el escenario a la representante de esa “izquierda moderna”: Susana Villarán.  Nuevamente la izquierda ha puesto su sangre para proyectos distintos.  Ello es el resultado del abandono del escenario político.
Es probable que la izquierda haya ganado en organización.  El haber formado comités por el NO, la Confluencia y otros encuentros organizativos serán la cosecha.  El problema se presenta que tales organismos sin un liderazgo fuerte terminan desactivándose rápidamente.  Entonces lo importante es el liderazgo.  En ese plano no existe la consolidación de figuras de izquierda que renueven los envejecidos y arrugados rostros, salvo Maritza Glave.  Lo cual en una campaña para defender el derecho de la izquierda a existir ha terminado no existiendo.  Un segundo aspecto son los liderazgos locales, en los distritos, donde muchos han apostado decididamente a una candidatura.  Si no han aprovechado esta campaña para posicionarse como figuras y dar continuidad a la organización existente, será mejor que guarden el terno que se han comprado y no expongan mucho su 4 x 4.  
Finalmente, se abre dos escenarios para el 2014: la izquierda va sola con la confluencia y otras fuerzas o marcha detrás de Susana en un bloque “liberal-izquierda moderna”.  Como van las cosas es probable que el primer camino sea desechado, el RealPolitik obligara a justificar su incursión en el segundo camino.  
Como se puede ver la izquierda no tiene nada que celebrar.  Nuevamente la dirigencia de la izquierda ha vuelto a fracasar o eligieron el camino de Favre conscientemente  y no lo quieren decir por estrategia, en la medida que la derrota ideológica, ya no lo es: es decir, ya están en el otro lado.  De allí la estrategia.   
Sur del Perú, marzo 19 del 2013   
Fuente: enviado por A. C.

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